Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

sábado, 30 de septiembre de 2017

El aguante nocturno





El aguante nocturno


En estos lugares atípicos las cosas que una escucha, por lo general, no se deben tomar demasiado en serio; o por lo menos y más terrible, suele ser riesgoso parar mucho la oreja. Allá afuera, en la avenida, apenas tan cerca de la biblioteca popular y el normal número diez, el run run del tránsito pareciera apagar los murmullos y los entredichos que se esparcen a estas horas de la tarde. Nos han mandado a dormir a todas la siesta, pero ni con toda la medicación que se nos propina para sedarnos, somos capaces nosotras de tranquilizar el estupor provocado por la excitación de anoche; sabemos hacer silencio sin embargo, somos una tumba acerca de nuestros recientes quehaceres. Entendemos que si las cosas fueran diferentes, si esta clínica por ejemplo tuviera más seguridad en la puerta, si las normas y las políticas que los dueños implantan como prioridades se detuvieran con más detalle menos en el incremento de la ganancia y más en la higiene, la experiencia y capacidad de las enfermeras, el buen trato con las internas y mejor comida que  un plato de fideos con tuco, entonces, solo entonces, quizá, saldríamos mejor de lo que entramos. Pero quien escapó anoche, a mi juicio, que no por loca dejo de pensar correctamente, no tenía ni un ápice de enfermedad mental, incluso en su estado desbordante y paranoico había mucho de razón. Hay gente que es llevada como bulto de la casa a la clínica sin más explicación que una pastilla color rosado para tragársela entera, y quedar boba por un rato hasta que se ubique en lo que será su habitación compartida. Y la chica fugada de anoche fue un caso así; digamos que había entrado confundida, pero que no tenía nada de loca. Yo, que hablo sola con muchas gentes al mismo tiempo --espíritus-- me di cuenta enseguida que esta chica estaba en la clínica por algo más grave que un error, que nada que ver con una enfermedad. Ella misma me decía que nadie le había explicado el porqué rondaba ahora por los pasillos entre inyecciones a modo de calmantes y pastillas del tamaño de una nuez. Entonces, y por eso, fue que decidimos entre cuatro o cinco planear su salida. Mabel. Sí. No me la olvido más. Es cantante de rock de una banda de por acá. Lleva siempre marihuana en los bolsillos del saco, y nos convidaba cuando nadie veía las cosas. Es mina guerrillera, dijeron, de uno de esos bandos subversivos. Un buen día la trajeron en un camión verde, de los militares, y la vinieron a poner en capilla. Pero nosotras, las verdaderas locas, la vestimos de enfermera y así anoche fue que nos despedimos de ella. Esta tarde se armó un barullo tremendo desde las autoridades, nos pichicatearon mucho como para dar con una información de su paradero. Pero las locas tenemos aguante.



miércoles, 27 de septiembre de 2017

La manzana





Hay veces que no pienso desde la cabeza, que pienso no desde la central inteligente, sino, ¿como figurarlo?: desde más atrás, como desde más atrás de la nuca. Uso un espacio y un recorrido que es mental, por supuesto, pero que no está ubicado ni centralizado en el cerebro. Hay cosas que se piensan así. Por ejemplo, todo lo que no pertenece al campo de la actividad psicológica y derivados de los procesos psi. No imagino ni pienso en una manzana particular, no uso el cerebro para pensarla de ese modo; solo pienso en la manzana (e insisto que no imagino una figura en la memoria ni en la imaginación ni en la conciencia) como algo no pertenecido al área del pensar personal. Tampoco se trata de un universal ejemplar de manzana; porque si fuera un ejemplo perfecto y platónico de todas las manzanas, ese ejemplo tendría también una forma, una figura instalada adentro de la mente de uno. Pienso detrás de la nuca determinada manzana que se ajusta a todas y todas las manzanas, pero que no tiene por eso mismo una imagen correlativa; es una manzana sin imagen. Es un concepto, que se ajusta a cualesquiera de los cuerpos manzana.






lunes, 11 de septiembre de 2017

La vida diminuta




La vida diminuta



La vida es diminuta a los ojos de un viejo que mira, sin mirar, sus años de infancia. La vida es una nuez que se come lenta, a veces amarga, pero siempre dulce en los labios que buscan su sabor y su sentido, su certeza y su temple, como el pico en la roca el pedazo de oro. Y la infancia siempre será la infancia niña, la ternura de subirse a una rama para ver desde arriba como todos los adultos, el porqué de este cielo horizonte y el cómo de esta tierra transitada. Yo no entiendo la muerte, jamás podré darle un nombre; tal vez pertenezca a la vida y por eso somos mortales. Pero dicho de otro modo, creo que vamos yendo de la vida a la vida hasta gastarla de un trago, sabiendo así decir de viejo hasta aquí he llegado.

martes, 5 de septiembre de 2017

Qué es el amor




Qué es el amor


yo no sé cómo decirte qué

jamás sabré señalarte cómo

el cuándo...

dónde
y por qué

sé que existe, porque sentido está:
mi pecho late contigo hasta
el horizonte

No nombraré una historia;
el pasado es el pasado
No prometeré nada;
el futuro imagina cosas que no existen

Pero ahora y acá
con el pulso en tu mano
yo siento la mía
y vivo el sueño y el día
como un niño con pelota



septiembre






septiembre


Un día de sol
tibio
septembroso
antes de primavera
cuando por alguna razón sonrosada
aparecen las flores de la azalea

Un día de sol
a rayo de sol
mediodía
pasada ya Santa Rosa
cuando los pájaros pican
los botones amarillos del Níspero

La lluvia va dejando en la tierra mojada
semillas de algún yuyo
que germinan como el trébol
el cardo y la gramínea.

Y vos estás ahí, debajo del sauce
en medio de una brisa que desparrama
la caricia del sudeste
y tu risa codorniz





lunes, 4 de septiembre de 2017

Voy a poner una poesía







Voy a poner una poesía


Voy a escribir una poesía
que no tenga nada;
que no sea nada;
que simplemente haga un
conjunto repetido de versos blancos
e inmaculados.
Un revoltijo de palabras
reunidas en un cofre
que al fondo de todo se escuchan
susurrar

Voy a escribir una poesía
que tenga sin embargo todo:
un sueño, un viento, una magnolia;
que se vista de septiembre
cuando estamos en agosto;
que sea una esperanza en la calle
y en los patios y en las rendijas

Voy a escribir una poesía
que no diga nada
que haga silencio al hablar
y camine detenida

Para que se sepa que
Dios la ha criado
mientras yo la componía.