Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

miércoles, 18 de noviembre de 2015

un café


un café


Me sirvo un café en la noche de los infantes. Es negro y caliente como una idea que sube, que se endereza, que se sostiene arriba y aquí, entre párpados y lunares viejos. Mi espíritu de noche, de trasnoche, de día y de insomnio, lo testea, lo imagina y lo busca como una madre a su niño, como un amor a su cielo. Su vapor se deja ser saliendo de su taza como si desde el asa se empujara el deseo. Así ha de ser su convite misterio, su hermosa sustancia, su loca piedad, su rara natura, sus mismos reflejos. Lo bebo y me bebe bebiendo lo bello, trayendo del pozo la borra del medio. Soy feliz y él se pierde, se derrama, se evapora, se traga, se extingue, se desaparece, se va.



martes, 17 de noviembre de 2015

Poema de la verdad



Poema de la verdad


No es verdad que la noche me inunda ahora de luna. No es verdad el sol, ni su caricia caleidoscopio, cuando por el alba se arrima el horizonte. Las estrellas son mentiras lamparitas watts. No es verdad el arco iris, ni el río y sus montañas. No. Tampoco es verdad esta ciudad. No lo son las campanadas repiqueteando este aire de otoño, no lo son las azaleas de septiembre ni las gardenias de diciembre. No. Todo eso todo un complejo pintarrajeado, un matiz, un garabato, que los pinceles del destino y la ventura han trazado a nuestro ojos engañados.  Hay una sola verdad, una sola certeza. Y es la que te encadena a la dicha y a su sonrisa, la que te libera la felicidad ajena. La tuya y la mía, la del amante y la del ciego de amor. Las verdades rozan más las hadas y las sirenas, los poemas y las palabras, que las cosas y las casas. Por siempre mi ilusión.




otra acerca de la poesía



Qué es la poesía



Es un resquicio de alma suelta donde se acoda el sueño y el murmullo, es el cielo regado por el laguna y tu voz cantando a la orilla de los patos. Es la primera y la última palabra de la existencia. Es el amor condensado y la vida que se desparrama en nacimientos apócrifos, guachos, huérfanos de pan y manteca. La poesía es el techo de cobijo para lo innombrable que se aparta del discurso, que por frágil enmudece, que por límite calla. Una poesía es el llanto y es también la risa, el dolor con carbón y la felicidad con velas encendidas. No hay definición para el poeta, desdibujado en cada estrofa y en cada coma. Lo que existe es el poema, como un destello en el lomo de un picaflor que renace a septiembre con el ruido de los grillos. También es silencio. Visión de sordos enaltecidos y comunión de ventanas abiertas a la noche, que esperan sentadas el rayo de sol.



domingo, 15 de noviembre de 2015

Al reverso de los perros




Al reverso de los perros


Si mis pies sentaran las bases de una ley sin premuras, si mis manos alcanzaran parte del cielo enterizo de unos dioses baratos, si las alondras jugaran conmigo a la paz y a la guerra, si las canciones viejas entraran en la niñez de la infancia, si los oscuros movimientos de los signos retumbaran la controversia entre los seres anidados, si mis canciones enmudecieran el ruido de un motor, de un llanto, el ruido de las bombas cayendo desde abajo, entonces una amapola hermosa me daría el rojo de tus labios, un colibrí pequeño y azul me traería el néctar de tus flores, y una gacela veloz, una historia de hechizos como blancos conejos. Pero el amor es más distante que la distancia y los besos más fríos que el polo. Pero el amor cada día duerme y cada noche se levanta, a contraluz de mi deseo, al revés de la luna, al reverso de los perros.






sábado, 14 de noviembre de 2015

La poesía



La poesía


Es un oficio. No creo que sea algo absoluto como un logos o como una naturaleza o condición, sino más bien un trabajo constante pero como las olas: a veces en la cresta, a veces en la espuma. Yo creo en los tiempos del poeta, no en su eternidad; tiene muchos momentos. Lo que sí, no depende de la edad, ni de la trayectoria del productor, sino de dos coordenadas básicas: la inspiración (una suerte aleatoria) y el esfuerzo (una constante). Y hay momentos buenos y momentos malos; porque no se es poeta cuando se está dormido, cuando se juega al tenis o a la pelota. Se es poeta cuando se escribe, cuando se está en la razón de las palabras que hilan los versos, cuando se suda la figura retórica, la licencia poética, las rimas y las métricas.





Postal



Postal


Mariposas. Sobre los pastizales y los arbustos de ricino sobrevuelan inquietos y nerviosos, a pura sed de néctares específicos, los diminutos parpadeos luminosos de colores cálidos que se desparraman y se levantan, como papel picado, aquí y allá, con sus brevísimas vidas, lúcidos y reinantes por entre los zanjones. El roció de la mañana inyecta su brillantez a cada hoja mientras un sol van gogh intenta calentar esta casi primavera. La calle de tierra marrón grisácea oscura luce también efectos de luz a partir de pequeños charcos de agua plateada; lugar donde seguro reinarán el barro y los renacuajos alimentados de larvas de mosquito.




domingo, 8 de noviembre de 2015

La vejez y su sabiduría




No sé. No soy bueno para esto (¿alguno lo es?). Siempre había tenido la certeza --ese orgullo, esa vanidad-- de creerme poseedor de una verdad, de alguna verdad, de una sola. Y desde hace mucho la hacía valer, la forzaba a resistir y a quedar de pie, la hacía entrar con tesón sobre el sinnúmero de cosas y cosas, haciendo así que pareciera una idea absoluta, matemática, clara como que ahora estoy hablándote a vos, mi amigo. Pero eso pasó ya a ser parte de una antigua y vieja historia. Los años, la vejez quizá con sus achaques, me permitieron dejar de luchar por una bandera. Y sentí con esas renuncias que la vida es lo único cierto y que aun así es también un misterio, una magia oscura, algo de difícil aprehensión. Porque en cuanto creemos tener en nuestro poder un enunciado, una verdad, nos damos cuenta al momento siguiente que se nos dan otras voces adentro nuestro; como si fueran fantasmas de nuestras dudas que pujan por existir a la par, así vienen otros discursos con sus próximas verdades, a veces hasta contradictorias a querer ocupar su sitio en nuestra entelequia. Entonces sí pienso que la juventud muchas veces caprichosa no nos brinda una razón amplia que nos guíe hacia rutas y futuros nuevos, sino que la más de las veces nos cierra puertas y nos ciega en dogmas rancios y estrictos. Por eso ahora que me tiemblan las manos por el reuma, ahora que veo el ocaso de mis días, ahora es el momento de decir que la vida está primera a toda verdad, que es anterior a la verdad y por lo tanto minimiza cualquier enunciado haciéndolo llorar en sus defectos. Vive primero, amigo mío, que de verdades no sé nada y que nadie es bueno para eso.



sábado, 7 de noviembre de 2015

Me llamo silencio




Me llamo silencio


Palabras. No habrá más palabras sobre la Tierra. Silencio sepulcral donde un búho nos mira, donde un chimango se acerca. Silencios y más silencios repiqueteando como gotas de agua, cayendo a una laguna abismal, a una laguna profunda, seca. Ya no somos, ya no cantamos ni las canciones del pueblo, ni las letanías del sufriente, del agonizo; ya perdimos hasta la indignación de ni siquiera ser un ser humano. Bailamos con la muerte y con la parca como seducidos por la futilidad y la aniquilación de todo, la podredumbre del sol y la ausencia final de las sirenas. Ya no soporto las palabras. Ya me dan miedo seguir nombrando las cosas y las ideas como si de ellas pudiera sobrevenir una sonrisa, una mueca feliz, un sol. Prefiero la luna azul blancuzca colgada del cielo como una lámpara bonita. Así es, así ha de ser las últimas cosas humanas y demenciales. Así han de terminar los himnos y las odas. Silencio. Y final.



martes, 3 de noviembre de 2015

Gracias al café




Gracias al café


       Me he servido un café. Negro. Caliente. Con el aroma de una idea. Sube. Levanta mi espíritu de noche, de trasnochado, de insomne. Mi nariz lo testea, lo examina a ojos cerrados, lo imagina y lo busca. El vapor blanco de un café negro se hace idea en mí. Lo dejo ser; en su taza y con su asa ha de ser siempre un buen café. Café, café, café. Contenido en esa porción de espacio de loza o porcelana, cargado de fantasmas que despiertan a la luz de las lámparas. Negro. Caliente. Así ha de ser y así me vendrá a convidar de su misteriosa y hermosa sustancia. Entonces no pienso más y con mi mano derecha encendida y temblorosa me acerco a él, a mis labios desde su reborde de loza o porcelana. A su forma líquida, caliente, negra y café; recubierta en su envase blanco que es la taza y su asa.
       El primer sorbo es tímido, quizá temeroso: apenas un beso en el borde, como testeando temperatura, como testeando la boca y los dientes, la lengua y el paladar para saber si se está listo. Después, el suave trago, el breve y suave trago del café caliente, del café negro, del café. Y estamos preparados para el segundo y el tercer trago. Y lo dejamos ser, lo dejamos devenir en su sabor, adentro nuestro, adentro de mí. Ahora vienen las poesías, el papel escrito en verso o en prosa pero siempre como un poema. El café me inspira, me hace sentir que puedo conmigo y que el poema lleva  su curso.