Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

viernes, 22 de julio de 2016

Huérfanos




Huérfanos

Naufragar mi memoria en un olvido de agua, como de  un sueño oscurecido. Hacer que el cielo troque la tierra por su amable bruma. Ensillar el caballo los héroes como si del propio demonio fuera.  Y verlo así: sin terror, pero con un cuchillo rojo entre las manos. Rezar y rezar mil avemarías para que una mujer dispuesta nos bendiga el amor. Y con su pollera esconda la desnudez de mi tierra insomne, la ternura de mi infancia y mis despojos. ¿Dónde se han ido los padres?, huérfanos del humo, huérfanos de la gran ciudad. ¿Adónde los lugares comunes y los tiempos repertorios? Queda un solo minuto al aire, que deberé salar con la piel de tus manos. Pureza malvada que viene a decirme las cosas como son. ¿Dónde te fuiste razón de mi existencia? ¿Cuáles serán tus fueros ahora que no hay poder ni glorias? Las nodrizas de quienes mamé la miel del mundo han matado todos mis diablos. Ya no tengo fantasmas para contar historias, ni verdades ni ciencia ni pinceles rotos. Ni siquiera una sabia mentira podrá poblarme la cara.





Vida




Vida


Respirar ese siglo de viento. Respirar sobre el ciclo de los muertos. Respirar y saber qué es estar vivo. Vivir con el pulso entre las manos, donde crepita quizá una búsqueda sencilla e inerme de la vida. La pasión de ser y creer en ser siendo mientras creciendo las cenizas caen por todos lados.  Vivir es morir otras mil veces, resucitar, amar y  odiar lo imperecedero, por podrido de haberse vuelto negro. Y rescatarse con un golpe reanimado que el pecho besa boca a boca. Ser la vida es ese don de haberse puesto un cielo  sobre las cornisas peligrosas. El fuego, el agua que apagará ese fuego, los amigos que te quitan el rencor de estar solo. Y tantas madrugadas hay que pasar. Tantas que nos olvidamos del tiempo y sus huelgas infortunadas. Y un día vendrá la vejez, y un día los niños nuevos. Y entonces la enfermedad y el dolor de los huesos y tantas otras arrugas de la vida para dejar un lugar, un cuerpo, un monoambiente. En los techos de este mundo.



jueves, 21 de julio de 2016

Cielo de palabras






Cielo de palabras

He venido a pintar un cielo estrella sobre el negro incienso de tu abismo, y pinturas palebraicas de colores invertidos llevan su sello y disimulo, en pinceles rotos y testigos. Mi fervor de noche vampiro lo mira hacia tus rojos sentimientos de cristales, y la luna que te traigo es la pura santa y conciencia, y también la diabla rosa escurridiza. Para  que la tengas y la dejes, en tu cielo de cornisas.
He venido poniendo un juramento de boquitas y polvorones, son constelaciones suburbanas que en el campo jamás viste. Para que el oprobio y la tristeza se transformen en pequeños y sabios de los tristes. He convertido tu tiniebla en un sinfín de luces reventonas, y más allá de los inviernos me reverencia tu palabra de silenciosos ausentes que de mijo lleva un hijo, sobre la luz incandescente.





domingo, 17 de julio de 2016

Signos de mundo




Signos de mundo

Hay menos lenguajes transitados que los que deberemos explorar todavía (segunda década del siglo XXI); si hasta los silencios dicen cosas — ¡y hay tantos silencios diferentes...! —. Y si los lenguajes son nuestra posibilidad de decir y de ser, también son nuestro inevitable límite. Hasta dónde podamos descubrir esos caminos de expresividad y cuáles sean los signos de nuestra experiencia existencial por este rincón del universo, todo eso dependerá de cuánto nos esforcemos por abrir la mente, el corazón y las manos.  Porque nada de todo lo que podemos expresar tiene el poder suficiente para abarcar lo completo de lo que queremos transmitir. Nada será suficiente. Siempre estaremos escasos de mundo, de ese entendimiento de mundo; y siempre estaremos buscando este mundo, que es ese mundo, al que queremos conquistar con el arte y con la ciencia, pero que siempre se nos escapa y se nos escurre, ocultándose. Siempre. Hasta que la muerte nos bien separe, o la locura mal nos lo cuente.




sábado, 2 de julio de 2016

Grillo




Grillo

La noche adormece. A sabiendas del tiempo y de lo oscuro. El cantar de un grillo poeta. Pero nadie lo sabe. Nadie lo sabe. Muchos duermen en sus sábanas azules los contagios del día, la ciencia, y la prensa y su periódico a las seis de la mañana. La noche, ¡oh, sombrero de Huidobro!, la noche adormece el canto de este grillo, de este insecto solitario en las zanjas suburbanas. Pero nadie lo sabe, nadie lo sabe. Este grillo impune adormece la noche, adormece los fulgores del cielo y desparrama las estrellas. Y todos duermen sus sueños locos. Y todos escuchan sin oír la voz de afuera. Afuera un grillo mata la noche, con su canto moribundo y las luciérnagas ciegas.