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Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 4 de febrero de 2014

Los incandescentes



Hay memorias que no son dignas de llamarse memorias. Una memoria supone un ejercicio mental que revuelve y rebusca en la experiencia pasada un momento vivido. Pero hay las que vienen sin  ningún tipo de esfuerzo. Vienen inevitablemente como un rayo. Vienen y llegan de pronto. Nos hacen vivir el presente y el pasado bajo la misma luz. A esos recuerdos, tan inmediatos como el presente, tan imprevisibles, los he dado en llamar incandescentes.
Son crudos, desprovistos de reflexión, espontáneos y desprevenidos. No son programáticos, no tienen frecuencia. Suelen ser parte del caos que se oculta en las sombras de la conciencia, pero cuando vienen irradian toda su luminosidad, y son tan claros y evidentes como que ahora estoy escribiendo. Llegan, y una vez adentro, borrarlos es imposible. Forman, a decir verdad, parte estructural y constitutiva del yo. Súbitos como son, provocan los sentimientos más abruptos y reales.
Hoy tuve uno.  Me encandiló y se empastó con el café de la mañana. Pego en mi mente tan radiante como la luz al salir de un túnel. Lancé sin pensar una carcajada auténtica, la más auténtica de todas.

2 comentarios:

  1. es así! tan vivo y real, un auténtico incandescente, es este texto!

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