Si no fuera
por el día que se asoma entre tus piernas, naciendo siempre el sol a las seis
de la mañana, te diría que te vayas con la noche a la ausencia del olvido. Si
no fueras porque con tu boca de antaño me devuelves el aliento y respiro la
bocanada de la vida, serías nada más que un epitafio y mi último recuerdo. La
historia es mucho más que un cofre de fotos gastadas y cartas sepias. El
amor sigue pariendo una luz más allá de mi conciencia.
Si estas flores, rutina de tumbas y aniversarios, fueran solamente remedio para no olvidar, yo sería la soledad. Pero mi vida está llena de fantasmas, de adioses inconclusos y pendientes, de eternas bienvenidas que me dan la mano. Lo que se pierde queda más allá de la memoria y golpea a mi puerta todos los días.
Si estas flores, rutina de tumbas y aniversarios, fueran solamente remedio para no olvidar, yo sería la soledad. Pero mi vida está llena de fantasmas, de adioses inconclusos y pendientes, de eternas bienvenidas que me dan la mano. Lo que se pierde queda más allá de la memoria y golpea a mi puerta todos los días.
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