Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

viernes, 12 de septiembre de 2014

Antes que cante el gallo




Transitar la madrugada, depositar el tiempo que hubo de ser nulo bajo la institución de una almohada para convertirlo, sin lugar a dudas, en horas de verdadera producción intelectual,  puede tener como resultado, lejos del insomnio o el fastidio, un acto rotundo de satisfacción. De vez en cuando, sin sistema ni orden, sino azarosamente como el origen del mundo, perder el sueño y volverse obrero de ideas solitarias puede devolvernos una clara imagen de nuestra ansiada y, sin embargo, intrínseca libertad. Se ha construido muy a pesar de cada uno de nosotros la noción de buenas costumbres, del hábito social adecuado a sitio y circunstancia. La invalidez de la ley que se yergue sin razón nos convierte de algún modo en perfectos autómatas que de noche duermen y de día viven. ¿Y por qué no plantearse esa osadía de dormir cuando realmente sí se está cansado o de obrar cuando efectivamente se está despierto? ¿No nos diferencia acaso esa libertad del gallo de las cinco?


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