hubo
hubo un lugar donde se apoyaban las cosas, todas las cosas. arriba de ese lugar estaban puestas muy prolijamente todas bien distribuidas, como un glosario enciclopédico o una biblioteca de la municipalidad. hubo también quizá después, nunca antes, un dios que quiso recrear ese lugar, de otra forma y persistencia, darle vida a esas cosas tan equivocadamente prolijas y coherentes, estáticas y muertas. y así fue lo que hoy se conoce, lo que hoy se nos es digno de saber ante nuestros ojos y mentes. el desorden provocado por el dios que no quiere ser otra cosa que desorden, es lo que me implica a pensar que la vida tiene un dejo nostálgico de la muerte, reminiscencia del orden superpuesto, anterior a las vivas cosas en movimiento, anterior a las tortugas y los gigantes elefantes.
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