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Aquí la tierra se funde con mis manos

jueves, 3 de agosto de 2017

El otoño para el invierno y el invierno para la primavera





El otoño para el invierno y el invierno para la primavera



Si él buscara el sentido hacia un dónde su destino y fijara y apuntara esa proa loca hacia algún delante de sí, entonces sería un día de otoño.

Zarparía con el sol en los ojos hacia un horizonte persistente, temerario, jamás sabido, jamás plan, rumbo a un todo azar y una deriva infinita. Pero ese sol pegándole en la cara iría como una desilusión plegándose al mar, y entonces la noche empezaría a reinar el miedo. Cuando se desparramara la oscuridad y una tormenta de sal viniera a su encuentro para enceguecerle la vista, sabría que los golpes del agua en su barca darían comienzo a su naufragio.

Miedo de no haber sido, miedo de no ser, terror de no saber si será: nadie de nada.

Nadar, nadar en la tormenta, perdido en la sombra de mundo. Flotar, para no hundirse. Y es invierno, donde sea que se encuentre. ¿Hacia dónde nadar aguerrido? ¿Hacia dónde la isla de una historia?

Sobrevive. De pronto entre las aguas una luz brumosa titila en algún punto de su vida, alguna tibia esperanza lo levanta. Otro barco se acerca, y es ahora primavera.


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