Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

lunes, 25 de diciembre de 2017

la idea repetida





Desde algún lugar ignoto sube hasta mí una especie de idea --una sensación de idea-- y se clava de repente en algún otro sitio de mí mismo (¿la conciencia?, ¿la memoria?, ¿los sueños?). Lo cierto es que esa idea o como se llame tiene tu cara y tu nombre grabada en su faz; es como si tu recuerdo (aunque no sea exactamente recuerdo) viniera a plasmárseme sobre el tapete de mi mañana, de estas ocho a eme que quisieron pertenecerme pero que ya huyen despavoridas y dan lugar a tu cara y tu nombre. Ni hace falta evocarte: te has venido a meter por algún orificio que descuidé; porque yo no hice jamás un esfuerzo para que entraras. Te fuiste metiendo vos sola, inadvertida al principio, pero patente en estos últimos días.

Las noches pasan. Los días pasan. Las horas pasan. La obsesión, entretanto, se hace cada vez más difícil de sortear. Cada vez más sos vos en mí, esa idea repetida de vos en mí, esa idea suculenta que me empacha y me hace incorregible. Sanar, sí, de eso se trata; quiero borrarte del mapa, pero no tengo medios para. ¿Será que has sido mi primer amor y por eso cada cosa que sucede la entiendo con la luz de aquella mirada fina que me brindabas mientras te servías el café negro que compramos en Colombia? No lo sé. De verdad no lo sé. A veces pienso y recorro aquellos nuestros días como si fueran cosas pequeñas y sin importancia, pero he visto que hasta el mínimo beso que me dabas de lleno en la boca cada mañana tiene un rigor inevitable. Vos fuiste la luz, y yo la sombra que necesita del rayo siempre para reverdecer sus laderas.





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