Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

viernes, 15 de marzo de 2013

Una foto de dicroicas amarillas



Cuántas luces y no son estrellas. Lamparitas de la noche metidas en los bares y boliches de vaya a saber qué rincón de Buenos Aires. No quiero despertar. A veces me pasa, tratar de prolongar el sueño más allá de la luz del día e insistir lo máximo posible, concentrándome en el inconsciente, hasta llegar a ese infinito limbo de luces brillantes sobre mi cabeza. No es pesadilla, no diría eso, es un sueño eléctrico de fondo oscuro y de olor a gente. Sí, porque en los bares llenos de lámparas también se acumulan ellos. Por eso no es un sueño solitario, porque presentes los otros están aunque solamente vea dicroicas. No las confundo con las estrellas, porque éstas viven en el campo sin ese olor amontonado. Me resisto a despertarme, no quiero dejar de ser esta visión quieta de luces que no quieren apagarse. Creo mi propio nirvana sueño compuesto por mil lamparitas prendidas como ideas de un poeta.


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