Al
principio no hay nada. Uno se deja llevar por esa imagen vacía y blanca.
Pensar se piensa con sujeto y predicado, pero, al principio, solamente ese silencio pasivo e inmenso de nada. Es eso y nada más. Y uno se arrastra en esa vagancia que percibe sin pensar o decir. Después se ve cómo. Hay que bucear en el mar de las cosas para encontrar un hueso de imaginación que nos permita roer algo. Pero antes que nada, nada.
Me permito decir que cualquier cosa posible de ser o de imaginarse es al menos también posible de escribirse, de decirse, de pensarse, de hacerse (en algunos casos) y, posible desde luego, de crearse, finalmente.
Mi esfuerzo ahora es tratar de imaginar cómo es ese principio donde no se piensa, no se dice, no se escribe, no se hace nada. Entonces trato de encontrar palabras que no dirán lo que tienen que decir, pero que intentarán ponerle nombre a ese limbo ingobernable para el lenguaje, el pensamiento y la acción, dado que se trata de su contrario absoluto.
Vacío, blanco o negro de nada. Ni sujetos ni predicados ni verbos describen esa nulidad. En esos casos somos nonoes de nada, salvajes nuguimetrófogos de las constelaciones agujereadas y negras. Después decidimos, cuando viene un pájaro por ese desierto de la tierra de las nodinas tugurientas, ponernos a pensar, a decir, a armar este mundo que sin embargo nos trajo...
Pensar se piensa con sujeto y predicado, pero, al principio, solamente ese silencio pasivo e inmenso de nada. Es eso y nada más. Y uno se arrastra en esa vagancia que percibe sin pensar o decir. Después se ve cómo. Hay que bucear en el mar de las cosas para encontrar un hueso de imaginación que nos permita roer algo. Pero antes que nada, nada.
Me permito decir que cualquier cosa posible de ser o de imaginarse es al menos también posible de escribirse, de decirse, de pensarse, de hacerse (en algunos casos) y, posible desde luego, de crearse, finalmente.
Mi esfuerzo ahora es tratar de imaginar cómo es ese principio donde no se piensa, no se dice, no se escribe, no se hace nada. Entonces trato de encontrar palabras que no dirán lo que tienen que decir, pero que intentarán ponerle nombre a ese limbo ingobernable para el lenguaje, el pensamiento y la acción, dado que se trata de su contrario absoluto.
Vacío, blanco o negro de nada. Ni sujetos ni predicados ni verbos describen esa nulidad. En esos casos somos nonoes de nada, salvajes nuguimetrófogos de las constelaciones agujereadas y negras. Después decidimos, cuando viene un pájaro por ese desierto de la tierra de las nodinas tugurientas, ponernos a pensar, a decir, a armar este mundo que sin embargo nos trajo...
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