No te vi. No quise ni pude verte. Incluso no lo hice cuando
mis ojos te miraron. Por miedo al rubor de mi cara evité el encuentro; por el
fulgor del candil de tus ojos enceguecí, y tampoco logré hallarte. Pero las
flores pueden romper todas las barreras; aunque ya no te vea, aunque no te esté
viendo, tengo conmigo una rosa que busca mirarte y se entrega viendo tus ojos.
No me mires a mí, fantasma ciego a causa de ti. Mira la rosa
y en la rosa nos veremos. Medusa has de ser si mis ojos te encuentran. Piedra
he de convertirme (pero de amor rojo hundido en tus labios) y no tendré sentido
ni otra página donde leer la palma de mi mano. Serás como las sirenas y yo
atado te rogaré mirar la rosa.
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