Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

sábado, 18 de octubre de 2014

El Delta



La caricia amanece temprano, toma el polvo y los desparrama ahí, en el río. Las sombras, atrás, después del horizonte, se adivinan con sus cuerpos más tarde, cuando despega de su sueño el eterno retorno del sol.
 Yo vivo entre el sauce y la flor de la azalea; estoy perdido en la isla, detrás de los juncos,  más allá de donde los botes pasan y doblan por el recodo. Trabajo con mis manos redondas y grises de barro; mantengo firme la pala y el surquito tratando así de ver las calabazas salir de ahí. Mi sombrero de ala ancha carga con todos los soles de mi existencia. Presente, pasado y futuro. Vengo tostando mi piel hace rato y no es por renegar, sino todo lo contrario: los surcos de la tierra se me parecen, a mi cara, a las líneas del tiempo que no son años sino soles y más soles. Vendo todo en el Tigre, cerquita de la estación. Me acostumbro a la vida rica y a la vida pobre: soy primavera a veces, pero también invierno y helada. Tuve un gran maestro en la escuela. Nos enseñaba los cuentos y el lenguaje; la mayoría aprendimos de él… otras mejores cosas. Éramos capaces pero también rebeldes. Su apellido era Ferretti y venía con la lancha.  


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