Muchas caras y risas que desbordan hacinadas y se caen, pero
ninguna mano tendida surcando el desierto. Y dar el corazón es verlo partido
siempre a favor de una causa sin fondo ni cima. Llamar alzando la voz y
escucharse uno al rato con el eco del silencio. Eso. Un sinnúmero de voces
repetidas y espejadas que dicen lo que uno repite, lo que uno ya sabe, lo que
uno se cansa de nombrar, o la basura de siempre tapando el desagüe de la
tristeza y haciéndola estallar en la gran inundación. Gente que vive a resguardo
de todo y no sabe lo que es morder bulones acaba de regalarme un bote sin
precio y sin fuerza para evacuarme de todos lados y pudrirme en la humedad de
mis temores. Ni la Catedral
ni el Poder serán amigos de este cerdo chapoteando en las aguas negras.
jueves, 30 de octubre de 2014
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