El absoluto se inmortaliza y por serlo, ya es muerto y estéril, ya perdió su capacidad elástica y su mano verde. ¿Para qué seguir pidiéndole a Platón (a todos los Platones) que nos enseñe el sol? ¿No es acaso más creativa, más hermosa una sombra capaz de hacernos ver a nosotros mismos? No hay razón, no hay razones, no las hay. Hemos construido nuestro propio mundo con ladrillos de jabón. Concebimos la tierra como barro y resbalamos una y otra vez sobre el mismo lodo. Y sin embargo, deseo este castillo de arena que el agua salada y el viento desarma a cada instante para obligarnos a volver a usar las manos.
jueves, 30 de octubre de 2014
Sofista
El absoluto se inmortaliza y por serlo, ya es muerto y estéril, ya perdió su capacidad elástica y su mano verde. ¿Para qué seguir pidiéndole a Platón (a todos los Platones) que nos enseñe el sol? ¿No es acaso más creativa, más hermosa una sombra capaz de hacernos ver a nosotros mismos? No hay razón, no hay razones, no las hay. Hemos construido nuestro propio mundo con ladrillos de jabón. Concebimos la tierra como barro y resbalamos una y otra vez sobre el mismo lodo. Y sin embargo, deseo este castillo de arena que el agua salada y el viento desarma a cada instante para obligarnos a volver a usar las manos.
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