La condena peor es pensarse condenado
¿No será que cualquier fatalidad es un conjunto vago de fantasmas? ¿No será que ese mito que los griegos inventaron suma solamente a los hombres el miedo para reservar el Olimpo de algún lío? Es verdad que la gente llora sus derrotas y sus muertes. Pero no por eso habrá que quitarse los ojos. La mirada aunque inconsciente ve la bota que la pisa, ve el sujeto que no quiere que ella sea. Y si Dios ha muerto tampoco hay vivo un destino, ni una ola marina que se lleve pronto el cielo y la tierra de un común. Bastará con ponerse de pie ante la esfinge, bastará con verse al espejo y notar que el poder es como uno, con las mismas manos, los mismos pies, los mismos ojos.
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