Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

miércoles, 27 de mayo de 2015

Diálogos sabáticos



Diálogos sabáticos


El mate inventa una ronda. Va para acá y va para allá. Entre el ida y vuelta aparece una reflexión hecha flexión, un diálogo contenido en un tiempo y espacio distantes que por fin se acercan. Diríase que son un conjunto de reflexiones, de parte de ida, de parte de vuelta, que se van sumando una sobre otra como una torre de manos. Todavía no me pareció que se haya convertido ese pasar en una disputa, en un desencuentro. Quizás nos sabemos amigos y eso hace al entendimiento perpetuo. Pienso que uno primero tiene que ser enemigo para querer pelear. Creo que las grandes guerras de la humanidad no tienen principios o pensamiento que las sustente. Es el odio justo y razonable lo que urde los argumentos. Cuando se es amigo, aunque el otro esté de la vereda de enfrente, uno juega a hacer castillos, y no a derrumbarlos. Nosotros nos juntamos después de un largo período de cada cual por su lado, tomamos unos mates y, en el medio de la ronda, aparecen cierta ida y vuelta de comentarios como manos. Uno larga una idea, el otro la mide a su parecer y le devuelve quizás esa idea más pareja, más armada, más castillo de manos superpuestas. Pero, a diferencia de las filosofías, nosotros no somos intelectuales, ni tampoco ideólogos de ninguna doctrina. Nos gusta la fiaca de los sábados en el río, nos gusta divagar entre pensamiento y broma y así, soltándonos de la rigidez y el rigor de las ciencias, inventamos nuestros modos. Armamos nuestra perspectiva y le damos a cada intríngulis el condimento propio, al antojo de los dioses de lápiz y papel.




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