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Aquí la tierra se funde con mis manos

sábado, 23 de mayo de 2015

La lluvia tímida

La lluvia tímida

A veces el cielo coquetea con una idea de aguas torrentosas. Hoy es uno de esos días. Hace una semana que viene amenazando con calor, humedad, nubarrones. Y cuando el gran día elle parece llegar, cuando creemos que se descargará todo el sopor acumulado, sólo unas pocas pobres chispas simulan inquietar la tarde del sábado.

No sabemos por qué el cielo gris negruzco no decide desprenderse como el pronóstico anunciaba. Lo cierto es que hace un rato salimos a la calle paraguas en mano para llegar hasta la plaza y, desde el bar de la esquina sur, contemplar a resguardo esta insignificancia.

La garúa ni siquiera motivó al aire; tieso, cálido, impávido. Pensamos que iba a enfriarse, a moverse con las copas de los sauces, a cambiar de estado. Pero la llovizna así como viene se va y aquella agua anunciada en las noticias de la tarde jamás llega. A cambio, para nuestra sorpresa, las nubes empiezan a hacerse a un lado y vuelve, sin que lo quiera ni lo busque ni lo implore nadie, el mismo sol radiante y casi rojo que hostigó, junto con la humedad del puerto, toda la semana.

Emilce me lo hace notar: "Viste, viste. El tiempo está loco". Yo miro a través del vidrio algo sucio de la ventana del bar y veo como esa resolana empieza a ocupar cada vez más espacio para dar por fin lugar al mismo sol de siempre, el mismo sol de toda esta semana.


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