Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

miércoles, 5 de agosto de 2015

Plegaria de un muñeco roto



Plegaria de un muñeco roto

Las pinturas y las cerámicas me invaden la memoria y no puedo dejar de recordar tus manos de arcilla, tu brillantina en el pelo, las lámparas que encendías para mostrarme las estrellas, los cometas, las mil quinientas lunas redondas como faroles y luciérnagas, como pececitos de color y linternas de subterráneo.
Y el tiempo, escaleras de veinte peldaños, esfuerzo caro para poderte tener de nuevo, me toca las ventanas y las puertas con un golpe estridente y seco. Como si todo estuviera vacío y a la vez dinamitado por los sueños. ¡Si me habrás moldeado a tu antojo, vos, loba mía, capullo de magnolia, poesía y trazo azul! Porque en mi espalda tendiste cien lienzos y en mis rodillas imaginaste las esculturas de Rodin.
Luego el olvido, tu borrón sobre nuestros días, las sagradas fotos tiradas adentro del cajón de manzanas, el silencio y las mil noches de insomnio, hicieron que te busque en los pasillos de un laberinto intrincado donde yo ya no soy yo, sino un fantasma perdido que encuentra, por lo menos, tu reflejo en el agua. Porque me hiciste para vos y luego el abandono, la esquina de los vagabundos, de los muñecos rotos, de la mala negrura del mundo que todo lo traga, que todo lo cifra, que todo lo mata.







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