sábado, 1 de agosto de 2015
Otra vez
Preguntar; eso vendrá con el tiempo, después. Primariamente uno debiera despojarse (esto es un arduo trabajo de desprendimiento que me va a llevar años) de todo lo que tiene como cierto o conocido; dudar de manera categórica y hacerle caso a los propios ojos, a lo inmediato. Sí: olvidarse de Galileo, de Copérnico, de Darwin, ni siquiera –y mirá lo que te digo— habría que recordar a Freud o a Bill Gates; parase uno frente al mundo sin intermediarios, ni patrones, ni libros que lo expliquen todo. Estarse quieto mirando el horizonte durante una noche estrellada en la costa marina y empezar a pensar por qué. O sea, por qué todo esto, por qué yo acá frente a esa inmensidad galáctica, y por qué no otro, no otra cosa, o la nada misma. Contemplar por un tiempo el harto espectáculo y comenzarse a preguntar… otra vez.
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