Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 1 de septiembre de 2015

Una máquina de humo



Mi palabra siempre fue seca. Por más amor que le puse, salió de mí con esa aspereza de lagarto al sol, siempre. ¡Falta agua, loco! Me hace falta mucha agua. Necesito la humedad de las mujeres, la lluvia sin freno, el bendito jugo de los dioses que pululan en las obras clásicas, Flaubert, Shakespeare, Cervantes. Como ven no tengo tempo para hablar de poesía, de cuentos, de crónica arriba de los trenes. Me da lo mismo el pan, las masitas de té o las hamburguesas de mi abuela. Mezclo, siempre fui un mezclador entre la sal y la arena, entre la azúcar y la cal. Vendí mi biblioteca por unos porotos a cambio de dientes para poder morfar. Y no soy poeta ni cronista ni político; apenas sí un payaso haciendo de Gardel, de sabio gurú mostrando magia a unos mendigos crotos.



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