Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Réquiem




Réquiem


No me alcanzarán las palabras para expresar lo que quiero decir. Mas son ellas pobres las que tengo y las que tendré. Quisiera decirlo simple: que ha muerto mi amigo y que un profundo dolor me confina el pecho a una estrechez sin igual. Pero tendré que decirlo mejor: que me brotan pústulas en el alma quebradiza que arrastro en estos años; que las flores que trajeron me llagan a mí, que me irritan la piel, que su perfume de nardo me castiga a mí, hasta matarme algo; y que las lágrimas no me salen, que sinceramente no puedo llorar, que estoy seco y borracho y loco, pero triste como nadie, como ningún llanto. Sería más sencillo, para ustedes y para mí, poder decirles que mi amigo querido está muerto, que ya se enfrió, que su cadáver está guardado en un cajón y que ese cajón lo han colocado unos cuantos metros debajo de la tierra. Pero tengo que decir que un cocodrilo me muerde ese pedazo del cuerpo que no se halla en el cuerpo, que un gran tiburón me mastica lo invisible. Y todos le lloran con protocolo y ceremonia, y todos le moquean con suspiros sospechosos, mientras yo en silencio y triste de verdad no puedo lograr llorarlo nada. Sería mucho más sencillo no tener que decir nada, que la gente discursee el final de la historia que este mi amigo hizo hasta aquí, que entre todos se lo lleven y me dejen al fin este hueco vacío que no me pertenece, esta mutilación que no tiene nombre.




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