Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

miércoles, 20 de enero de 2016

El río de la Plata




El río


La costa arrastra su espuma como si el río le debiera algo a los hombres; como si ahí, en la humanidad, residiera el sentido y el propósito del agua.
Lenta, la corriente se deja desplazar por el reflejo verde del cielo, dejando una reverberación incandescente en las pequeñas crestas de ola; llevada hasta las márgenes por la alegría incontenible de los niños de la arena.
Más allá, del otro lado, unos veleros erguidos contra el horizonte van buscando la desembocadura, mientras las aves, hambrientas, se dejan caer desde lo alto para cortar la superficie.
Yo lo miro todo desde afuera. Incluso desde afuera de mí. Voy buscando que no se me pegue ese yo; sino una consciencia aparte, capaz de ver lo que mis ojos ciegan.
Verdaderamente es el río, el agua que fluye, la memoria de los afluentes anteriores a esta brisa, quien conquista mi espíritu, quien levanta mi pecho contra el sol y el viento, quien además sabe de mí más que cualquiera.
Lo miro; lo observo con la mirada más clara y más amplia del mundo; y lo quiero, lo quiero por sobre todas mis cosas y por sobre todas mis ideas.
De eso se trata mi río.




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