Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 19 de abril de 2016

Una vida con propósito



Una vida con propósito

Que yo haya ganado alguna vez  importantes premios no tiene nada de de bueno para mí. Es por eso que considero entonces hablar de mi vida como lo quiso ser después: un conjunto de derrotas y fracasos. Me parece más atractivo, más loable, contar aquello por lo cual soy un perdedor; el cómo hice para llegar a ser así: un don Nadie. Y no se piense esto como una falsa modestia; esto es carne y orgullo, esto es la pura verdad. Y así todo, soy feliz.
Me pregunto cómo me verán ustedes después que les cuente quién soy y adónde llegué. Habría sido  más notable poder estar en la cárcel por homicidio; pero no, ni siquiera soy capaz de cometer un crimen. Mi vida es tan llana, tan mediocre, que aunque tenga algunas buenas ideas; en los hechos, todo se resuelve a nada, o a una acción invisible que no llamará la atención. Pero así soy feliz.
Nunca entendí lo que significaba ser exitoso. Miento; sí que entendía. Pero la verdad es que no quise esforzarme nunca para tener nada “bueno”. Y si no lo hice, fue con un propósito radical: yo siempre le fui en contra al mundo. Este mundo es una porquería; ¿por qué yo debería Ser como dicen que tengo que ser? Prefiero hacer la apología del perdedor, del fracasado. Prefiero encarnar en mí a toda la mediocridad y la basura, toda la marginalidad y el olvido. Con esta intencionalidad a flor de piel es que les puedo contar mi vida. No interesa si tuve o no tuve madre, si mi viejo era un tipo malvado o generoso. Lo que me importa es demostrar que le puedo dar sentido a lo que para el mundo no tiene significado. Soy un antihéroe, pero con convicción y desprecio. Estoy acá para terminar mi día durmiendo en la calle, vagando por las plazas, bebiendo vino de cartón. A quién le importa. Mi vida no tiene un para qué, pero sí es un fin en sí mismo. En eso radica mi felicidad.
¿Qué contar? Digamos que no tuve familia. Ni perro ni gato. Ni nada por el estilo. Viví siempre de prestado y cuando me hice hombre una mujer me rechazó el amor. A quién le va importar. Jamás tuve un empleo digno, ni quise tenerlo cuando la oportunidad apareció. Soy el hombre que No: ni hijo, ni árbol, ni libro. Pero incluso peor: me margino porque quiero. Ahora vivo debajo de los umbrales de un Banco y pido monedas para poder comer. Así soy, y me enaltece serlo.  
 Tengo frío y mi vida está extinguiéndose de a poco. Dejo esta autobiografía, que es más bien un manifiesto, como señal de que aquí estuvo alguien que no quiso Ser.



No hay comentarios:

Publicar un comentario