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miércoles, 24 de agosto de 2016

Realidades sueño



Realidades sueño

Hay días en que los sueños se hacen realidad; pero, también, y a la inversa, hay días en que la realidad se hace un sueño.
Lo propio y más común es que suceda el sueño por un lado, y la vigilia o el cotidiano por el otro. Lo casi siempre es el sueño (¡porque sueños sueños son!); y, por el otro lado, la astuta vigilia sin sueño. Que los sueños se hagan realidad ya es un paso extraño a lo de siempre; pero, como se puede ir vislumbrando, que la realidad se transforme en sueño ya es un hecho al costado de las cosas, un lugar poco frecuentado por los caminantes de la vida, una actitud considerablemente marginal o suplementaria (¿suplementaria?) a los fenómenos más ocurrentes que se pueden observar.
¿Qué significa para nosotros la realidad hecha un sueño? Es simplemente (y no por eso tiene menos complejidad) que el mundo es transformado a la medida y al parámetro de nuestros sueños.
Es muy normal decir y pensar: “tuve un sueño y se me hizo realidad”. Pero, al revés, y de manera mucho más dificultosa, imprecisa y extraña, expresar “una realidad se me hizo un sueño” resulta notoriamente un enunciado atípico, anómalo, casi casi una locura. Pero puede y debe suceder.
Si tu realidad nunca fuera un sueño, si tu realidad nunca fuera una canción, ¿qué sería la maza sin cantera?



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