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Aquí la tierra se funde con mis manos

sábado, 20 de enero de 2018

la dicha no es cosa de locos




la dicha no es cosa de locos

Hay ya tantas noches de libres excusas para no dormir, tanta gaviota suelta en el puerto pesquero del alma, hay tanto vozarrón cantándole a esa insomne luna tiesa y febril, tanto perrito llorón dándole vueltas a la cola, hay tantas noches de libertad y regocijo, que nadie fija en mí ni yo en los otros el porqué no pego las pestañas y me dedico de lleno a dormir o a soñar con aquel barquito hecho de noticias viejas que llevaría entonces un soldadito como única tripulación. Me pregunto cuál es el precio de la felicidad ajena y me doy cuenta que me importa un pepino si reís o llorás, si hay hambre en tu heladera, si hay gula en tus billetes, si hay desidia en las últimas tus decisiones. Pero, amigo, o no tan amigo, basta decirte con un balazo frío que yo soy feliz, no por el desvelo, no por las gaviotas volando ni por lo perritos aulladores. Ni siquiera la luna es feliz por serlo. Dicen que hay que poner la otra mejilla, y lo haré de muy buen agrado, salvo que no hay más que dos, y que una vez expuesta la segunda al último golpe ya el paisano sabe decir que no, y poner un puño en respuesta. La felicidad no es cosa de dicha. Hay que saberse romper el sueño y mal vivir con unos cuantos porotos. Pero al final del camino uno se mira en el arroyo y una deliciosa figura sonriente le marca la felicidad y el destino.




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