Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 23 de enero de 2018

Milagros




Me decía el flaco que dios es ya tan chiquitito que entra en una nuez; quiso decir, adentro de la doble cáscara arrugadita posiblemente flotadora en un mar de dudas. Y sentí que el pibe tenía razón: cada vez más pequeña era la fe en superhéroes, cada vez menos clara y cada vez más nula, aunque, me decía el flaco, empecemos a hacerle caso a los milagros. Puede ser, insistía, puede ser que los dioses estén muertos y que Nietzsche o como carajo se llame el Dionisio tenga toda la razón; pero el muy demasiado humano olvidó, me decía el flaco, olvidose de matar a los milagros. Y es por eso que empecé a darme cuenta que hay un Milagro para cada pequeño dios y que es más grande y más loable pedir por Milagros que por providencia divina, pedir por Milagros que por fe en dios, pedir por Milagros directamente, sin intercesión de ninguna emanación sustituta. Creer en los milagros aunque estemos muertos de risa.





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