No cabe la poesía en el derrotero de palabras que se emplean diariamente como uso común. No cabe, y es cierto, la poesía en una mano, como tampoco puede caber el cielo en un corazón. El lugar del poema no tiene una localidad ni un tiempo capaz de hacerlo entrar todo como un pie a un zapato marrón. La verdad es que la poesía no cabe arriba ni abajo: es como un dios. Y así todo es escrita, cantada y hasta expresada por hombres, mujeres, niños, en una antífona pendiente, que busca su lugar y tiempo en este llano y pequeño mundo.
domingo, 4 de febrero de 2018
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