Ya no
quiero
Bastante
pasó. Hubo momentos cuando las puertas abiertas dejaron ser y hacer hasta
moldearme en un garabato rígido, de figura tímida, rara confusión entre una
ilusa idea plástica que quería ser un poco tuya y mi verdad opacada pero
reincidente, asomándose por las rendijas que tus permisos y espacios me
lograban dejar derramar sobre algún asunto.
Pero era
cantado que mi vida iría a reclamarme un poco de sentido y voluntad. Soy un
tipo que cede un tiempo a determinados caprichos ajenos, pero siempre volverá
sobre su lugar y su fuero para no olvidarse de sí, para dejar claro que no se
dejará hundir en el mar de la angustia por motivos extraños.
Ya no
quiero esas palomas, esas ideas dulces que me dieron la ensoñación y la
ceguera. Prefiero un olvido, una pizarra que se borra hasta limpiarse, una
persiana deslizándose hasta abajo y un no certero sobre la mesita del comedor.
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