Sanidad
Acariciarme y remendarme. Encontrar la herida cicatrizada y sentir con la yema de mis dedos la textura, la leve rugosidad, el reborde que se levanta y baja. No hay daño, solamente memoria de un sufrimiento que se seca. Las lágrimas cesan y los pañuelos se pierden en el polvo de la tierra que levanta el viento norte y se lo lleva.
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