Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

lunes, 12 de octubre de 2015

A la orilla


A la orilla

En octubre, el sauce ha reverdecido; relucientes, sus ramas vuelven a ser suyas. Las puntas, las hojas últimas, rozan serenamente el agua del río; una brisa suave las mece, y es esa misma brisa la que ahora me toca la cara. Los veleros, erguidos sobre el horizonte; ahí, en la línea recta donde el cielo viene a buscarme, ahí están, ahí reservo mis sueños, ahí, en el reverso del mundo, del otro lado de las cosas. Y las estelas, los pequeñísimos brillos que se enciende y se apagan – párpados abriéndose y cerrándose-, sobre cada cresta de ola al sol, me enceguecen un poco, me encandilan un poco, como aquel recuerdo de tu boca, como aquel recuerdo rojo, imposible de olvidar. Las aves chillan y pasan, surcando el aire espeso de la mañana; parecen traerme al paso una fantasía, una construcción imaginaria, donde vos volvés por este ancho río embarcada en una balsa grande, colmada de flores y manos de barro.



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