Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

lunes, 12 de octubre de 2015

La dicha



La dicha


Es hermosa y prohibida, pero uno sucumbe en la fruta del árbol; quizás sea la auténtica dicha, la más negada, la más alta y jugosa, la más terrible y prohibida.
El Edén se nos cierra y lo perdemos; Dios, el demonio, o el capitalista (qué más da si son todos dueños) ya nos cierra las dos hojas del portón. Hemos perdido el cielo y el garitero nos vigila.
Es hermosa y prohibida, pero ha de robarse toda  para sonreír con verdad.
Y verás, y veremos; la vida tiene su pulsión,  su verso, su derecho. El pecado es cosa nuestra, versión de libertad y sentido de existencia.
Robate la dicha del árbol; ahí somos nosotros mismos.



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