Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

domingo, 25 de septiembre de 2016

Puño y rosa




Puño y rosa

Los sueños encarnados entre los pies y las manos redimen al ser de su muerte insondable, no porque se sobreviva a la autoridad aniquiladora, de la cual la conciencia sabe y sospecha, sino porque se atraviesa la vida pequeña con un puño y una rosa, con una lucha (por la vida) y un encanto (por la dicha), algo que crepita en nuestra mente y verborragia, en nuestro espíritu impoluto, en nuestra flamante bandera verde. No queremos —al menos nosotros, quienes fabulamos estas líneas en las palmas de tus manos— decir que la tristeza es reina y soberana, aunque lo sea; el dolor siempre quiso y pudo en esta tierra, pero vos, que viniste arrojado a este vivir, que no solo contemplás la enfermedad, el dolor y la muerte, sino que también morirás un día cualquiera, sabrás entender: sin la dicha, sin la lucha, nada de todo tiene algún sentido. Nosotros también queremos redimirnos sabiéndonos mortales; y cuanto más socios seamos partidarios de esta fe, menos soledad habrá, menos sangre se saldrá de su justo cauce, más serán los sueños y las banderas verdes.




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