Buscar y encontrar

Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 11 de octubre de 2016

Ella




Ella

Me suele inadvertir el rezumbo idilio del amor. Aparece súbito desde el fondo de algún sitio, allá, donde moran los sueños que persisten y que tratan de sanarme pronto. Pienso. Espero. Busco como tanteando ciego una esperanza de color. Muchos me hablan diciendo que el corazón no se equivoca, aunque yerre de algún modo. Y no sé. Realmente no sé. Tal vez, como mi abuela me acariciaba el pelo a mis ocho, así, en algún sector, en alguna parte de mi cuerpo (¿los riñones?, ¿las clavículas?, ¿el hipotálamo?) se guarde, añejo, un tacto de amor. Y si me preguntan de frente, como apurándome en la calle, quizá no se me ocurra nada cerca de lo que el amor tiene para decir. Lo más probable es que el zumbido de este elemento tan sustancial a la vida me reclame palabras inadvertidas, paradójicamente inadvertidas. Yo sé, saber no cuesta nada. Menos soñar. Menos sentir. Ella, el amor, donde sea que se encuentre, aquí o más allá, espera sola que yo le traiga todas mis flores. Pero aun así sabiéndolo todo, creyéndolo todo, uno se pasa siempre dudándolo todo. ¿Es el amor? ¿Está el amor? ¿Adónde ella? Todos mis sueños van en pos de sí.  





No hay comentarios:

Publicar un comentario