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Aquí la tierra se funde con mis manos

martes, 11 de octubre de 2016

En el libro de quejas




En el libro de quejas

Todavía no puedo explicarme cómo no se ha invertido tiempo y ciencia para inventar un nuevo objeto para la lluvia —distinto del paraguas— que esté a la altura de los grandes avances tecnológicos del siglo XXI, en eficiencia y en eficacia. Que resuelva, en definitiva, los dos problemas mayores ante el pronóstico meteorológico ya anunciado: uno) que no se rompa; dos) que no se pierda. Obviedades, evidencias, claras como el agua, pero también, problemáticas sin solución. El paraguas es, por primero, no solo frágil para la intemperie, sino también inservible, incluso sano, contra la mojadura. El paraguas es, por segundo, no solamente incómodo de llevar, sino que, por lo mismo, fácil de perder. Es, en definitiva, un incordio.





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